miércoles, 21 de abril de 2010

ALGUNOS INDICADORES DE ABUSO SEXUAL (Primera Parte)


-El relato.
El signo más importante en el abuso sexual infantil, es que el niño le diga a alguna persona de su confianza que alguien le ha tocado los genitales o lo han obligado a estimular los genitales de un adulto. El relato del niño suele ser exacto, lo repite de la misma manera, puede contar detalles de las circunstancias de dónde y cómo ocurrió.
En ocasiones los testimonios de los niños pueden parecer inconsistentes para personas que no conocen el tipo de pensamiento concreto que los niños tienen normalmente antes de los ocho años, o porque cuentan distintos eventos de abuso y, por tanto, la persona que escucha cree que el niño está cambiando su versión, cuando en realidad sólo está contando distintos eventos de abuso.

-Infecciones urinarias a repetición sin explicación médica razonable.

-Dolor en el área genital o anal.

-Presencia de desgarros en el himen y la vagina.

-Cicatrices en el ano, fuera de la línea media.

-Enfermedad inflamatoria pélvica.

-Comportamiento sexual inapropiado para la edad.
El niño se masturba en una edad en la que no es normal hacerlo y el comportamiento masturbatorio se muestra compulsivo y no se detiene ante los límites de los adultos; presenta lenguaje "sexualizado", que demuestra tener conocimientos sobre la sexualidad por encima de la edad de desarrollo y la experiencia exploratoria normal de los niños. Puede tener una disminución notable de los límites en su comportamiento, como besar o abrazar indiscriminadamente, y puede también tocar sexualizadamente a otros niños. Adicionalmente, puede exhibir un comportamiento abiertamente seductor para buscar atención o afecto de los adultos y tener reacciones exageradas frente a actividades normales como bañarse o ir al baño.

-Miedo excesivo a tener contacto con determinadas personas.

-Trastornos del sueño.
Pesadillas, terrores nocturnos, dificultad en iniciar el sueño, sueño interrumpido durante la noche, miedo a dormir solo.

-Cambios en los hábitos alimenticios.

-Comportamientos regresivos.
Pérdida del control de esfínteres (enuresis, encopresis) incapacidad de separarse de la madre, pataletas que antes no ocurrían.

-Miedos o fobias extraños.

-Comportamiento hiperactivo, hipervigilancia, inseguridad.
Ocurre porque el niño siente que puede ser atacado permanentemente, neurofisiológicamente hay un aumento significativo de las catecolaminas (hormonas que aumentan en las situaciones de peligro)

-Comportamientos agresivos o fracamente hostiles.

-Quejas somáticas, sin explicación física.
Cefaleas, dolor abdominal, genital o anal.

-Cambios en el rendimiento académico.
En casos excepcionales el rendimiento puede mejorar porque el niño se refugia en el estudio, única área en la cual se siente seguro.

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